#SANTIAGO #ESTACIÓN CENTRAL
Las animitas son pequeñas casuchas construidas a la vera del camino o en el punto exacto donde una
persona ha fallecido, casi siempre, de forma trágica. Seguramente ha visto o
escuchado hablar de una de ellas. Por ejemplo, la de Romualdito, ubicada en pleno corazón de
la Región Metropolitana, en la comuna de Estación Central. Es una de las más
famosas de Chile, y sobre la historia de a quién se la construyeron se tejen
varias teorías, todas con diferentes protagonistas, pero con un patrón que se
repite: la muerte violenta.
Una de ellas dice quecierta noche de lluvia, un tal Romualdo
Ibáñez, recién salido del Hospital Barros Luco y aún convaleciente luego de un
largo periodo enfermo de tuberculosis, es asaltado, y quitadas sus pocas
pertenencias. No contentos con ello, los maleantes lo asesinan y dejan tirado en
la calle, encontrándose su cuerpo recién a la mañana siguiente. Otros añaden a
esta historia que a quien ultiman es un campesino, el que habría salido hace
poco del hospital.
También existe otra creencia que tiene muchos adeptos, la que se
refiere a un joven, con deficiencia mental o Síndrome de Down, que acostumbraba
circular por el sector, cumpliendo los encargos que los vecinos le encomendaban
o en dirección a casa a ver a su padre, el que debía alimentar por estar
postrado. De carácter risueño y simpático, es emboscado por infelices, que lo
matan a palos y cuchilladas, para luego dejar su cuerpo tirado al lado de la
pared.
De todos modos, la teoría que goza de mayor popularidad
entre los seguidores de Romualdito, plantea que se trata de un niño, el que
muere en circunstancias trágicas, luego de ser violado por un grupo de
vagabundos del sector o que fue atropellado. La creencia en relación a este
relato queda demostrada en las ofrendas que recibe, pues, además de flores y
velas, son juguetes y zapatitos los que se depositan en la pared.
Otra menos popular, dice que correspondería a un
delincuente, quien, cual Robin Hood, era famoso por repartir sus botines con
los más desposeídos. El maleante, al
intentar escapar, luego de un delito cometido, es alcanzado en la Calle San
Borja, donde lo abate la policía. Esta versión, si bien no es tan aceptada, tampoco
es tan extraña, pues se han generado devociones por ciertos delincuentes o
maleantes reconvertidos tras sus muertes en héroes populares, como el famoso
Emile Dubois en el Cementerio de Playa Ancha en Valparaíso.
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Imagen: Elciudadano.com |
En el año 2012, cuatro jóvenes, aspirantes a detectives de
la PDI, en el Taller Histórico Forense de la Academia presentaron una
investigación que buscó dar con la verdadera identidad de Romualdito.Los resultados
fueron sorprendentes. El primer gran golpe fue el nombre del personaje en
cuestión. Antes no existía consenso respecto de ello, y es fácil darse cuenta:
en las placas de agradecimiento, en las que aparecen nombres como Rumaldo,
Rumualdo e incluso Reynalcito.
El estudio determinó que el nombre real de la víctima era
Romualdo Ivanni Zambelli, un mecánico de ascendencia italiana de poco más de
cuarenta años, que fue asesinado por delincuentes que le propinaron una
estocada en el corazón, casi rompiéndoselo, según señalan los datos recabados. También
se destacó que no había certeza respecto de que padeciera tuberculosis, aunque no se descarta, pues eran
comunes los enfermos asaltados en las cercanías de la estación.
La investigación también dio con la ubicación de la casa de
Romualdito, ubicada a unas cuadras del lugar del asesinato. La propietaria,
dijo sentir presencias extrañas en el hogar, aunque nunca las relacionó con el
personaje.
Interesante resulta saber que los restos de Romualdito se
encuentran en el Cementerio General, y que, luego de la investigación, se
comenzaron a poner placas de agradecimiento por los favores concedidos. Los milagros que le atribuyen rondan diversas
temáticas, desde la intercesión para posibilitar embarazos, recuperación de
enfermedades críticas y otras mucho más banales como la ayuda en la superación
de los exámenes.
Las personas que cuidan la animita, dicen percibir una
energía especial en el lugar. Hecho que le otorga un sentido distinto y más
místico. Las mismas dicen que, lejos de atemorizarse, se sienten protegidas por
esta presencia. Una de las placas conmemorativas lo demuestra con
un poema:
“Caminante no hagas ruido,
baja el tono de tu voz,
que Romualdo no se ha ido,
solamente se ha dormido,
en los brazos del Señor”.
Incluso los perritos callejeros se resguardan de la dureza
de Santiago descansando en algunas de las animitas desocupadas. Dicen los
creyentes que anteriormente se ha intentado mover la muralla o quitar algunas
partes de la animita, pero no se ha podido por distintas razones. Hay ocasiones
en que los borrachos han querido remover las placas, pero siempre terminan en
el piso, ya sea por la ebriedad o por alguna fuerza especial. También se cuenta
que hace tiempo, un carabinero a caballo quiso mover con las patas del animal
las velas encendidas, pero en el momento en que la bestia se acercó, se fue de
espaldas, quebrando con su cuerpo, las piernas del uniformado. Este último,
tomó como una señal divina lo anterior y se convirtió en devoto de Romualdito.
También, dicen que se intentó remover el muro, pero, inexplicablemente las
máquinas dejaron de funcionar y no llevaron a cabo la faena, desistiendo de la
idea.
En el año 2017, surgió la idea de declararla Monumento Nacional, por la importancia que
tiene para la cultura popular. Sin duda, Romualdito vive en el inconsciente
colectivo y su historia podrá ser contada de muchas formas, pero siempre
persistirá su devoción. //OA
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