domingo, 1 de septiembre de 2019

ROMUALDITO


#SANTIAGO #ESTACIÓN CENTRAL

Las animitas son pequeñas casuchas construidas a la vera  del camino o en el punto exacto donde una persona ha fallecido, casi siempre, de forma trágica. Seguramente ha visto o escuchado hablar de una de ellas. Por ejemplo,  la de Romualdito, ubicada en pleno corazón de la Región Metropolitana, en la comuna de Estación Central. Es una de las más famosas de Chile, y sobre la historia de a quién se la construyeron se tejen varias teorías, todas con diferentes protagonistas, pero con un patrón que se repite: la muerte violenta.
Una de ellas dice quecierta noche de lluvia, un tal Romualdo Ibáñez, recién salido del Hospital Barros Luco y aún convaleciente luego de un largo periodo enfermo de tuberculosis, es asaltado, y quitadas sus pocas pertenencias. No contentos con ello, los maleantes lo asesinan y dejan tirado en la calle, encontrándose su cuerpo recién a la mañana siguiente. Otros añaden a esta historia que a quien ultiman es un campesino, el que habría salido hace poco del hospital.
También existe otra creencia que tiene muchos adeptos, la que se refiere a un joven, con deficiencia mental o Síndrome de Down, que acostumbraba circular por el sector, cumpliendo los encargos que los vecinos le encomendaban o en dirección a casa a ver a su padre, el que debía alimentar por estar postrado. De carácter risueño y simpático, es emboscado por infelices, que lo matan a palos y cuchilladas, para luego dejar su cuerpo tirado al lado de la pared.
De todos modos, la teoría que goza de mayor popularidad entre los seguidores de Romualdito, plantea que se trata de un niño, el que muere en circunstancias trágicas, luego de ser violado por un grupo de vagabundos del sector o que fue atropellado. La creencia en relación a este relato queda demostrada en las ofrendas que recibe, pues, además de flores y velas, son juguetes y zapatitos los que se depositan en la pared.
Otra menos popular, dice que correspondería a un delincuente, quien, cual Robin Hood, era famoso por repartir sus botines con los más desposeídos. El maleante,  al intentar escapar, luego de un delito cometido, es alcanzado en la Calle San Borja, donde lo abate la policía. Esta versión, si bien no es tan aceptada, tampoco es tan extraña, pues se han generado devociones por ciertos delincuentes o maleantes reconvertidos tras sus muertes en héroes populares, como el famoso Emile Dubois en el Cementerio de Playa Ancha en Valparaíso.
Imagen: Elciudadano.com
En el año 2012, cuatro jóvenes, aspirantes a detectives de la PDI, en el Taller Histórico Forense de la Academia presentaron una investigación que buscó dar con la verdadera identidad de Romualdito.Los resultados fueron sorprendentes. El primer gran golpe fue el nombre del personaje en cuestión. Antes no existía consenso respecto de ello, y es fácil darse cuenta: en las placas de agradecimiento, en las que aparecen nombres como Rumaldo, Rumualdo  e incluso Reynalcito.
El estudio determinó que el nombre real de la víctima era Romualdo Ivanni Zambelli, un mecánico de ascendencia italiana de poco más de cuarenta años, que fue asesinado por delincuentes que le propinaron una estocada en el corazón, casi rompiéndoselo, según señalan los datos recabados. También se destacó que no había certeza respecto de que padeciera  tuberculosis, aunque no se descarta, pues eran comunes los enfermos asaltados en las cercanías de la estación.
La investigación también dio con la ubicación de la casa de Romualdito, ubicada a unas cuadras del lugar del asesinato. La propietaria, dijo sentir presencias extrañas en el hogar, aunque nunca las relacionó con el personaje.
Interesante resulta saber que los restos de Romualdito se encuentran en el Cementerio General, y que, luego de la investigación, se comenzaron a poner placas de agradecimiento por los favores concedidos.  Los milagros que le atribuyen rondan diversas temáticas, desde la intercesión para posibilitar embarazos, recuperación de enfermedades críticas y otras mucho más banales como la ayuda en la superación de los exámenes.
Las personas que cuidan la animita, dicen percibir una energía especial en el lugar. Hecho que le otorga un sentido distinto y más místico. Las mismas dicen que, lejos de atemorizarse, se sienten protegidas por esta presencia.  Una  de las placas conmemorativas lo demuestra con un poema:
“Caminante no hagas ruido,
baja el tono de tu voz,
que Romualdo no se ha ido,
solamente se ha dormido,
en los brazos del Señor”.
Incluso los perritos callejeros se resguardan de la dureza de Santiago descansando en algunas de las animitas desocupadas. Dicen los creyentes que anteriormente se ha intentado mover la muralla o quitar algunas partes de la animita, pero no se ha podido por distintas razones. Hay ocasiones en que los borrachos han querido remover las placas, pero siempre terminan en el piso, ya sea por la ebriedad o por alguna fuerza especial. También se cuenta que hace tiempo, un carabinero a caballo quiso mover con las patas del animal las velas encendidas, pero en el momento en que la bestia se acercó, se fue de espaldas, quebrando con su cuerpo, las piernas del uniformado. Este último, tomó como una señal divina lo anterior y se convirtió en devoto de Romualdito. También, dicen que se intentó remover el muro, pero, inexplicablemente las máquinas dejaron de funcionar y no llevaron a cabo la faena, desistiendo de la idea.
En el año 2017, surgió la idea de declararla  Monumento Nacional, por la importancia que tiene para la cultura popular. Sin duda, Romualdito vive en el inconsciente colectivo y su historia podrá ser contada de muchas formas, pero siempre persistirá su devoción. //OA

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