#TARAPACÁ #ANTOFAGASTA #ATACAMA
De las aves mitológicas más famosas del norte de nuestro país,
el Alicanto destaca por su cercanía con los yacimientos minerales. Se han encontrado relatos de su figura desde
Parinacota hasta el Valle del Elqui, concentrando una mayor presencia en la zona de Atacama.
El Alicanto se alimenta de minerales, he ahí su cercanía con
las minas. Se le describe como un ave enorme de aspecto metálico, que toma la
tonalidad del mineral que consume, siendo amarillo si es oro, o argentado si es
plata. Del mismo modo, las hembras ponen huevos, cuyas cáscaras también toman
las características de los minerales antes nombrados. Cuando se alimenta en
demasía, no puede volar y su movimiento es lento, por ello, los cateadores
señalan que es el momento ideal para seguirlo. Aun así, hay que ser cauteloso,
ya que puede desaparecer de la vista de aquellos de negras intenciones entre los cerros.
Había, al interior de la región de Tarapacá, un minero muy
ambicioso y egoísta que, luego de escuchar las historias de otros pirquineros
sobre la grandeza del Alicanto, decidió ir tras él. Para ello se preparó y
salió sólo en camino a las montañas pampinas pues, quería ser el único poseedor
de las riquezas que encontrase.
La primeras noches, no tuvo mayor suerte, pero al atardecer
del quinto día, entre las montañas, un extraño fulgor amarillo llamó su
atención. Con la ambición que lo caracterizaba se acercó rápidamente al punto y
lo vio, pero como estaba tan entusiasmado por encontrarlo, el ave se percató de
su presencia y comenzó lentamente a escapar, pasando por quebradas y bordes de
la montaña, que cada vez eran más sinuosos.
A punto estaba de darle alcance, cuando de pronto, desapareció en una quebrada. Desesperado, el
hombre buscó y buscó, y no lo encontró. En eso, una extraña luz destellante
iluminó todo el espacio, cegando la vista del minero, que trastabilló y cayó al
precipicio.
Pero a veces el Alicanto se deja ver cuando las personas
tienen buen corazón e intenciones, como le habría ocurrido a Juan Godoy, un
pirquinero, que en una de sus tantas vueltas por los alrededores de Copiapó, divisó
un Alicanto plateado justo donde encontró el mineral de Chañarcillo.
Lamentablemente, las malas amistades y costumbres del minero, hicieron que
perdiera toda su fortuna y muriera en la más absoluta pobreza.
Como sea, todos aquellos que se encuentren con el Alicanto
deben tener ciertos resguardos, porque es un ave muy celosa y no mostrará sus
riquezas a todos. //OA
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