#HORCON #PUCHUNCAVI
Existe en la costa de la Región de Valparaíso, una pequeña
caleta perdida en el tiempo, frente a las a veces calmas y otras furiosas aguas
del Océano Pacífico. La llamada Horcón, rincón escondido donde se refugiaban
los hippies chilenos del sistema que no los comprendía en los años 60’ y en el
que los estudiantes de las ciudades cercanas escapan hoy para poder vivir su
amor libres, alejados del ojo crítico de la sociedad que los oprime.
En un costado de la caleta, tras la feria de artesanías, se
encuentra el “Puente de los Deseos”, que tiene una particular historia, que le
otorga más misticismo a este bello sector.
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Imagen: web.observador.cl |
Diez años antes de la masificación del movimiento hippie,
surgió en Estados Unidos una práctica que realizaban las mujeres y que consistía en utilizar un listón
amarillo en su pelo como símbolo de fidelidad con la pareja que iba a la
guerra. Posteriormente la misma se materializó en una película, en la que un
convicto le pide a su amante que a la salida de la cárcel amarre un listón amarillo
a un árbol de su pueblo. Con el paso del
tiempo la práctica continuó y en los años 70’ aumentó su popularidad, como
recordatorio de que un amor ausente, ya sea en la guerra o en la cárcel, será bienvenido a su regreso
a casa.
Durante los 60’s y 70’s en Horcón, varias personas
acostumbraban a dejar cintas en los árboles, evocando las mismas ideas
expuestas anteriormente, en el apogeo del amor, el sexo, las drogas y la
revolución. Algunas personas cuentan que no fueron pocas las ocasiones en que
todos los árboles del ingreso a la caleta amanecían atados con cintas de
colores, cuando se reunían los amores distanciados por el destino.
Considerando todo lo anterior, es que los artesanos de
Horcón, construyen el puente de los deseos, para que, aquellos enamorados que
quieren perpetuar su amor lo puedan hacer con total libertad y con la confianza
de que la cinta estará ahí cada vez que quieran visitarla. Al momento de
atarla, dicen, deben recitar la siguiente frase: “Con esta cinta amarro mi vid
a
a la tuya, prometo amarte, cuidarte y respetarte sea el sol nuestro padre y el
mar testigo de nuestro amor”.
Otros atestiguan que, para que el pacto surta efecto, se
debe hacer los días de luna llena.
De cualquier forma, el puente está ahí, listo
para ser visitado y recibir las cintas
de todos los enamorados que quieran dejar un símbolo que los una por la
eternidad. //OA
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