domingo, 1 de septiembre de 2019

LA QUINTRALA: ASESINATOS, TORTURAS, EL CRISTO DE MAYO Y LA VISIÓN POPULAR.


#SANTIAGO

Imagen: Guioteca.com
Sin duda, Catalina de los Ríos y Lisperguer marcó a fuego su nombre en la historia de Chile. Se le ha retratado de diversas formas a lo largo del tiempo. Pero dentro de estos rasgos siempre ha predominado su carácter. Se ha dicho que era una mujer de armas tomar, que golpeaba a sus súbditos, hasta que sin piedad asesinaba a algunas personas.Cabe recordar que la época en que vivió, fue una donde la sociedad sólo tenía roles secundarios asignados a las mujeres, por lo
que es muy probable que muchas de las cosas que se comentan sobre ella no tuvieran fueran tales por ser creadas por personas con una visión sesgada y machista sobre su figura y lo que pudo representar.
Existen varias teorías del porqué de su apodo. La primera derivaría de la desviación del diminutivo de su nombre: Catrala, Catralita, Quintrala. Otra plantea que azotaba a sus esclavos con ramas de quintral, que es una especie de muérdago de cuyo fruto se extrae una sustancia que sirve para teñir.  También se dice que su apodo en realidad derivaba de su color de pelo, rojo furioso, igual que el fruto de la planta.
Hija del español Gonzalo de los Ríos y Encío y de Catalina Lisperguer  y  Flores. Su ascendencia tiene una raíz mestiza, y debido a la mezcla familiar, su área de influencias fue muy poderosa, tapando muchos de los casos de violencia ejercidos en la interna de su núcleo. Pese a este tremendo poder, la Quintrala no alcanzó un mayor grado de educación. Es más, se comenta que fue semi  la que la inició en la preparación de sahumerios, ensalmos y conjuros.
analfabeta hasta su muerte. Desde muy joven se le asoció a lo mítico o fantástico. El escritor chileno Jaime Riera señala que la Quintrala y sus hermanas habían crecido en una casa habitada por duendes, por lo que se decía que estaban “encantadas”. Se comenta que fue una de sus tías quien la acercó a las prácticas paganas de la hechicería, y que en varias ocasiones se enfrascó en discusiones con importantes hombres por defender a su madre de acusaciones de brujería. Otros señalan que en realidad habría sido una nana indígena
Poseedora de una atípica belleza, conformada por su tez blanca, su pelo encendido, su elevada estatura y sus ojos verdes; combinación étnica amerindia, española y alemana, jamás pasaba inadvertida, incluso entre los sacerdotes de la época quienes decían que sus atributos físicos la hacían muy atractiva a los hombres y les confundían el rumbo, otros hablaban de un magnetismo sexual arrebatador.
Imagen: t13.cl/videos
Ya desde su juventud corrían los rumores de maltrato a sus esclavos, de juegos crueles con sus amantes, a quienes, luego de utilizarlos para sus fines, los hacía desaparecer con la complicidad de su machi. La primera acusación directa que se realiza sobre la Quintrala y su familia es la de envenenar y matar a su padre, Gonzalo de los Ríos, al darle un pollo que contenía veneno cuando éste se encontraba en su lecho enfermo. A pesar de lo anterior, Catalina y los Lisperguer fueron defendidos por las más altas autoridades limeñas, hecho que derivó en que no persistiera la acusación, que fue realizada por una hermana del padre.
Cuando aún era joven, se dice que la Quintrala se enamoró de un Fraile, Pedro Figueroa, a quién habría acosado de las más diversas formas, pociones incluidas, para que el religioso perdiera le fe, hecho que no ocurrió. Después, se enamoró de un acaudalado aristócrata santiaguino, al que apuñaló en reiteradas ocasiones. Para salir del problema, culpó a una de sus sirvientas, que era muda. Se dice que habría asesinado a un amante, de nombre Enrique de Guzmán, de la orden de Malta, por considerar que había jugado con sus sentimientos al no darle la cruz, símbolo de nobleza, a cambio de un beso.Otro asesinato lo habría perpetrado sobre un Caballero de Santiago, en presencia de otro Caballero, luego de una cita amorosa, y en otra ocasión cercenó la oreja a Martín de Ensenada.  Estos y otros delitos que no alcanzo a contar forman parte del prontuario de la Quintrala con sus enamorados.
Respecto de sus esclavos y empleados, el azote era una práctica común junto con la tortura. A algunos sirvientes los quemaba, mientras que las acciones más terribles que cometía con los empleados varones era cortarles la lengua, y a las mujeres los pechos.  Muchas de estas atrocidades terminaban en la muerte. Como se describe anteriormente, se dice que al cometer algunos delitos, era común que culpara de ellos a sus trabajadores, los que eran juzgados con toda severidad, terminando en la cárcel o ahorcados en la plaza pública tapando sin querer los crímenes de su ama.
La Quintrala nunca fue condenada en vida por los crímenes que se le acusaban, ya que siempre aparecía la influencia que tenía, o algún familiar que podía otorgarle tiempo y volver más lento el proceso de investigación.  Prueba de ello es que nueve años después de su muerte, recién es considerada culpable de algunos de estos delitos.
Sobre la relación entre Catalina de los Ríos y el Cristo de Mayo, se tejen dos versiones: La primera dice que el Cristo de Mayo perteneció a la Quintrala y que en una ocasión, mientras azotaba a un peón, percibió que el Cristo de la Agonía lo miraba tristemente. Ofuscada por la situación, ordenó que la imagen fuera lanzada por una ventana, mandando a retirarla porque “no soportaba a hombres que le pusieran mala cara en su casa”. Como sus vecinos, los Agustinos caminaban por el lugar, la recogieron y colocaron en uno de los altares laterales, en donde permanece hasta hoy.
 La segunda versión de la leyenda dice que Catalina, acusada por los delitos cometidos, le prometió al Cristo que si la salvaba de la prisión, le encendería todos los días de su vida dos velas de una libra. Como ya se dijo, fue absuelta de las acusaciones y se dice que cumplió la promesa.
Asustada por el destino de su alma, legó en su testamento casi toda su fortuna al beneficio de su alma con la esperanza de sortear el purgatorio. Con estos dineros se oficiaron más de mil misas en su memoria, y otras quinientas por el descanso de los indios que murieron por sus malos tratos. Dejó bienes a algunos familiares y una gran suma al Cristo de Mayo. Así se repartió su fortuna.
Hasta el día de hoy se comentan sucesos extraños acaecidos en las dependencias donde residió Catalina de Los Ríos, como pasos, gritos desgarradores o apariciones. Las que se asocian a la misma Catalina, como también a aquellos que padecieron bajo sus órdenes. //OA

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