#SANTIAGO
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Sin duda, Catalina de los Ríos y Lisperguer marcó a fuego su
nombre en la historia de Chile. Se le ha retratado de diversas formas a lo
largo del tiempo. Pero dentro de estos rasgos siempre ha predominado su
carácter. Se ha dicho que era una mujer de armas tomar, que golpeaba a sus
súbditos, hasta que sin piedad asesinaba a algunas personas.Cabe recordar que
la época en que vivió, fue una donde la sociedad sólo tenía roles secundarios
asignados a las mujeres, por lo
que es muy probable que muchas de las cosas que
se comentan sobre ella no tuvieran fueran tales por ser creadas por personas
con una visión sesgada y machista sobre su figura y lo que pudo representar.
Existen varias teorías del porqué de su apodo. La primera
derivaría de la desviación del diminutivo de su nombre: Catrala, Catralita,
Quintrala. Otra plantea que azotaba a sus esclavos con ramas de quintral, que
es una especie de muérdago de cuyo fruto se extrae una sustancia que sirve para
teñir. También se dice que su apodo en realidad
derivaba de su color de pelo, rojo furioso, igual que el fruto de la planta.
Hija del español Gonzalo de los Ríos y Encío y de Catalina
Lisperguer y Flores. Su ascendencia tiene una raíz mestiza,
y debido a la mezcla familiar, su área de influencias fue muy poderosa, tapando
muchos de los casos de violencia ejercidos en la interna de su núcleo. Pese a
este tremendo poder, la Quintrala no alcanzó un mayor grado de educación. Es
más, se comenta que fue semi la que la inició en la
preparación de sahumerios, ensalmos y conjuros.
analfabeta hasta su muerte. Desde muy joven se le
asoció a lo mítico o fantástico. El escritor chileno Jaime Riera señala que la
Quintrala y sus hermanas habían crecido en una casa habitada por duendes, por
lo que se decía que estaban “encantadas”. Se comenta que fue una de sus tías
quien la acercó a las prácticas paganas de la hechicería, y que en varias
ocasiones se enfrascó en discusiones con importantes hombres por defender a su
madre de acusaciones de brujería. Otros señalan que en realidad habría sido una
nana indígena
Poseedora de una atípica belleza, conformada por su tez
blanca, su pelo encendido, su elevada estatura y sus ojos verdes; combinación
étnica amerindia, española y alemana, jamás pasaba inadvertida, incluso entre
los sacerdotes de la época quienes decían que sus atributos físicos la hacían
muy atractiva a los hombres y les confundían el rumbo, otros hablaban de un
magnetismo sexual arrebatador.
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Ya desde su juventud corrían los rumores de maltrato a sus
esclavos, de juegos crueles con sus amantes, a quienes, luego de utilizarlos
para sus fines, los hacía desaparecer con la complicidad de su machi. La
primera acusación directa que se realiza sobre la Quintrala y su familia es la
de envenenar y matar a su padre, Gonzalo de los Ríos, al darle un pollo que
contenía veneno cuando éste se encontraba en su lecho enfermo. A pesar de lo
anterior, Catalina y los Lisperguer fueron defendidos por las más altas
autoridades limeñas, hecho que derivó en que no persistiera la acusación, que
fue realizada por una hermana del padre.
Cuando aún era joven, se dice que la Quintrala se enamoró de
un Fraile, Pedro Figueroa, a quién habría acosado de las más diversas formas,
pociones incluidas, para que el religioso perdiera le fe, hecho que no ocurrió.
Después, se enamoró de un acaudalado aristócrata santiaguino, al que apuñaló en
reiteradas ocasiones. Para salir del problema, culpó a una de sus sirvientas,
que era muda. Se dice que habría asesinado a un amante, de nombre Enrique de
Guzmán, de la orden de Malta, por considerar que había jugado con sus
sentimientos al no darle la cruz, símbolo de nobleza, a cambio de un beso.Otro
asesinato lo habría perpetrado sobre un Caballero de Santiago, en presencia de
otro Caballero, luego de una cita amorosa, y en otra ocasión cercenó la oreja a
Martín de Ensenada. Estos y otros
delitos que no alcanzo a contar forman parte del prontuario de la Quintrala con
sus enamorados.
Respecto de sus esclavos y empleados, el azote era una
práctica común junto con la tortura. A algunos sirvientes los quemaba, mientras
que las acciones más terribles que cometía con los empleados varones era
cortarles la lengua, y a las mujeres los pechos. Muchas de estas atrocidades terminaban en la muerte.
Como se describe anteriormente, se dice que al cometer algunos delitos, era
común que culpara de ellos a sus trabajadores, los que eran juzgados con toda
severidad, terminando en la cárcel o ahorcados en la plaza pública tapando sin
querer los crímenes de su ama.
La Quintrala nunca fue condenada en vida por los crímenes
que se le acusaban, ya que siempre aparecía la influencia que tenía, o algún
familiar que podía otorgarle tiempo y volver más lento el proceso de investigación. Prueba de ello es que
nueve años después de su muerte, recién es considerada culpable de algunos de
estos delitos.
Sobre la relación entre Catalina de los Ríos y el Cristo de
Mayo, se tejen dos versiones: La primera dice que el Cristo de Mayo perteneció
a la Quintrala y que en una ocasión, mientras azotaba a un peón, percibió que
el Cristo de la Agonía lo miraba tristemente. Ofuscada por la situación, ordenó
que la imagen fuera lanzada por una ventana, mandando a retirarla porque “no soportaba a hombres que le pusieran mala
cara en su casa”. Como sus vecinos, los Agustinos caminaban por el lugar,
la recogieron y colocaron en uno de los altares laterales, en donde permanece
hasta hoy.
La segunda versión de
la leyenda dice que Catalina, acusada por los delitos cometidos, le prometió al
Cristo que si la salvaba de la prisión, le encendería todos los días de su vida
dos velas de una libra. Como ya se dijo, fue absuelta de las acusaciones y se
dice que cumplió la promesa.
Asustada por el destino de su alma, legó en su testamento
casi toda su fortuna al beneficio de su alma con la esperanza de sortear el
purgatorio. Con estos dineros se oficiaron más de mil misas en su memoria, y otras
quinientas por el descanso de los indios que murieron por sus malos tratos.
Dejó bienes a algunos familiares y una gran suma al Cristo de Mayo. Así se
repartió su fortuna.
Hasta el día de hoy se comentan sucesos extraños acaecidos
en las dependencias donde residió Catalina de Los Ríos, como pasos, gritos
desgarradores o apariciones. Las que se asocian a la misma Catalina, como
también a aquellos que padecieron bajo sus órdenes. //OA
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