#OLMUÉ
En el corazón de Olmué, una gran variedad de sectores de
belleza única en la zona aún destacan por sus bajadas de aguas, también
llamados pozas o quebradas. Una de ellas
es el Maqui, que posee una poza con una historia muy particular. La Poza
Corazón.
Cuenta la historia, que, un joven de origen muy humilde
trabajaba en los cerros, cortando
coligües que luego llevaba al pueblo para su comercialización. Una tarea muy
solitaria, que fue forjando en él, una personalidad retraída y distante de las
demás personas. Cada día que pasaba, el joven parecía volverse más y más arisco
con quienes intentaban establecer una conversación.
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Imagen: Poza del Coipo- Álvaro Vivanco |
Un buen día, mientras estaba en el cerro, un agradable
sonido lo hizo detenerse. Una voz dulce y melodiosa inundaba todo el sector.
Era una joven, que pertenecía a una de
las familias de mayor renombre en la zona.
Al comienzo fueron solo miradas, pero a medida que el tiempo
transcurría, compartieron largas tardes recorriendo El Maqui. Así se fueron
enamorando. Pero ambos sabían que lo suyo no tenía sentido a los ojos de la
sociedad. Un joven pobre, sin mayor riqueza que sus manos, sin una familia
conocida y sin casa que ofrecer. La
joven, en cambio, lo tenía todo.
Decididos a obviar la respuesta que recibirían de la
familia, se pusieron de acuerdo para escapar. Se organizaron y un día
simplemente desaparecieron por los cerros. Los padres de la joven, al enterarse
del escape, armaron cuadrillas de búsqueda por todo Olmué. Incluso existía el temor de que el joven, por
no tener conocidos, fuera el mismo diablo que se raptaba a su hija, por ello en
los grupos no fueron extraños algunos sacerdotes y cruces de plata que sumaron
a la captura.
Los jóvenes, escaparon con todas sus fuerzas, y cuando sintieron que los lugareños les
estaban dando alcance, ascendieron a los riscos más elevados, con la esperanza
de alejarlos. La mujer ya sentía el cansancio dela huida. Por ello, cuando
estaban por alcanzar una gran roca, cayó desde una altura considerable sobre
una piedra plana varios metros más abajo. El hombre, entendiendo que su vida ya
no tendría sentido sin su amada, se lanzó. Ambos murieron. Cosas curiosas de la
tragedia: Ambos cuerpos parecían intactos, dormidos, con sus manos
entrelazadas, como si se hubiesen lanzado juntos.
Cuando la cuadrilla los encontró, se dieron cuenta del mal
que habían causado. Algunos lloraron y otros se arrepintieron de lo que habían
provocado. El agua helada de la poza quedaría así, como recordatorio de la fría
muerte que espera a los amantes furtivos.
//OA.
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