#NOGALES
En el cerro de las antenas,
el mismo donde están emplazados los cementerios de dicha comuna y de la
vecina La Calera, se encontraba una piedra. Esta era el punto desde donde el
mandinga observaba a las almas que se llevaría al infierno. Se cuenta que debido a la instalación de las
antenas telefónicas en lo alto de dicho cerro, se hizo necesaria la presencia
de un guardia que se encargara de vigilar el lugar para evitar que personas
ajenas destruyeran o robaran los artefactos ligados a las antenas. Según
información consignada en el diario la Estrella (…) ocurrieron hechos extraños
a aquellos guardias que trabajaron en el lugar. Se señala que hubo tres
trabajadores que no duraron más de un mes en el empleo, aduciendo diversos
motivos para su deserción, que por cierto
tenía una paga muy buena para la época. Entonces, la pregunta que la
gente se hacía era: -¿Por qué los cuidadores no querían trabajar ahí? A
diferencia de otros empleos, este no era un trabajo que revistiera tanto
peligro, más allá de los propios de un cuidador. Las dificultades estaban
asociadas a lo solitario del lugar, distante de cualquier casa y que tiene como únicos vecinos los cementerios
antes nombrados. Un cuidador del Cementerio de Nogales comentaba que los
guardias de las antenas decían oír voces, que tenían apariciones e incluso que
habían visto al mismo diablo en lo alto. Una noche, a otro de los guardias del lugar se le vio
correr cerro abajo, gritando fuera de sí que había visto al mismo demonio.
Desde entonces el misterio ronda el famoso lugar, provocando que muchas
personas eviten estar en el cerro durante la noche ante el temor de ser objeto
del acoso nocturno. //OA
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