sábado, 31 de agosto de 2019

LA PUNTERA EN EL PATIO DE ATRÁS

#CORONEL #CAMILOOLAVARRIA #SCHWAGER


Cuando era chico recuerdo que mis padres por razones laborales me iban a dejar a Coronel donde unos tíos que no tenían hijos y vivían solos, al pintoresco sector de Camilo Olavarría, donde prácticamente viví los mejores años de mi infancia, y a pesar de ser penquista de nacimiento, siempre me he sentido un coronelino choyonca de corazón.

Yo tenía entre 5 y 6 años y recuerdo con mucha nitidez, que mi tío era minero del carbón, que faenaba el negro y brillante mineral en la mina que estaba en coronel, Schwager, yo en ese tiempo no entendía de distancias, pensaba que la mina estaba ahí mismo muy cerca de la casa de mis tíos y creía eso justamente porque  a veces veía a mi tío con su ropa de trabajo negro entero que se le veía la boca y los ojos, con su casco y la linterna encendida tomando café en la cocina o no dejándome entrar al baño porque él lo estaba ocupando o pidiéndome que le fuera a comprar unas botellas de vino al almacén.

Para mí era prácticamente normal verlo aparecer de repente en la casa donde vivía solo él y mi tía, a pesar de que él se levantaba muy temprano para irse a trabajar en la mina y volvía después de las 6 de la tarde con sus cara limpia y sin la desgastada ropa de trabajo.

Para mi tía tampoco era novedad verlo aparecer por la casa hasta 4 veces en el día, para ella era lo más normal del mundo, pues entonces yo asumía que la mina estaba ahí mismo donde vivían mis tíos, ahí en Camilo Olavarría, mi tío como los demás mineros del sector tenía muchas historias que contar y claramente mas adelante en relato me tendría que contar una muy buena.

Cuando tenía eso de entre ocho y nueve años el papá de unos amiguitos con los que jugaba siempre que iba a coronel, hablo con mis padres para pedirles permiso para llevarnos a todos los niños del sector a conocer la mina Schwager, el paseo era como lo que hoy llaman un “trekking”, pensé para mí ha queda cerca, no habrá que caminar mucho, supuse, y me dije -por fin podre conocer donde trabaja el tío-.

Ya con la autorización de los padres de todos este señor nos indicó que lleváramos colación, un gorro para el sol, una botella con agua, una linterna de mano y un bastón por que la caminata seria larga, dijo el… y yo quedé metido, pensé caminata larga, pero ¿cómo? si la mina esta aquí mismo, mi tío viene de la mina a la casa y viceversa a cada rato.

Nos reunimos en la plaza de juegos frente a los colectivos, éramos alrededor de 8 a 12 niños y niñas, el señor gestor de la idea y algunos padres de los más pequeños y los perros que nunca faltan en ninguna caminata.

Emprendimos el paseo en la mañana caminando en grupo entre risas y conversaciones, cruzando la calle había un endeble puente por el cual cruzamos  y el humedal en torno al Río Maule de Coronel, seguimos camino por un frondoso bosque de pinos en un angosto camino que saliendo del bosque rodearía un cerro lleno de eucaliptus, hasta ya doblar en la curva de ese cerro llevábamos por lo menos unos 30 min caminando, yo que no tenia costumbre de caminar ya estaba fatigado y miraba constantemente el camino por si había algún tronco cortado o volcado en donde poder sentarme unos segundos.

Mientras dentro de mí pensaba pero como mi tío va y viene, no vamos ni en la mitad del camino y la mina definitivamente no está en Camilo Olavarría…

Seguimos rumbo a la mina Schwager pasando por un lugar hermoso rumbo a la primera playa en el recorrido, recuerdo bien ese día era verano hacía calor y corría esa fría brisa marina característica del lugar, ese lugar era tan hermoso, unas casas que parecían de otro país, un orden en el barrio impresionante, autos elegantes, hasta los perros y gatos parecían de clase alta, un paisaje de ensueño, completamente distinto a los arenales que eran las calles de Camilo que solo contaba con algunas calles pavimentadas, acá en este lugar todas las calles eran pavimentadas y tenían bellas veredas y hermosas áreas cubiertas de pasto bien cortado, estábamos a poco de llegar a la playa de Maule donde estaba la primera parada del recorrido.

Yo estaba impresionado por la belleza del lugar, la playa era de arena oscura como de rio y el mar era muy bravo aun así había un lugar en los roqueríos, donde nos refrescamos. La gente de ahí le decía la piscina de las monjas.

Luego de refrescarnos, comer algo de colación y descansar, seguimos ruta a nuestro destino, ya habían transcurrido por lo menos una hora desde que habíamos salido de Camilo y aun no llegábamos a la mina, y yo seguía pensando pero como cresta mi tío iba y venía de la mina a la casa como si esta estuviera en su propio patio, si no era ni cerca la cosa…

Seguimos Ruta por la orilla de la playa hasta llegar a un túnel clausurado con tablas, parecía un lugar tenebroso y destacaba por ser una entrada de túnel en medio de la playa que bajaba directamente a las profundidades de la tierra bajo el mar. Lo mire y parecía abandonado y desde adentro corría una brisa turbia y tenebrosa que me erizó los pelos, ¿será esto la famosa mina? Y pregunte al guía de la excursión y me dijo - no amiguito, este pique se cerró por que hubo muchos accidentes en él y le entró el mar- …. Entonces aún faltaba para llegar a la mina donde trabajaba mi tío.

La caminata bajo el sol por la arena se estaba poniendo aburrida cuando llegamos a la playa del sector de Schwager era prácticamente igual, que la otra playa, arenas oscuras como de rio y el mar súper picado, me llamó la atención que lentamente fuimos entrando a una especie de pueblo con de todo un gran almacén, un gigantesco gimnasio una muy bonita compañía de bomberos, vías férreas en las calles, bellos edificios de departamentos, y gente, bastante gente en las calles, niños jugando con chunzos, a la pelota, y enormes lienzos que decían – El minero jamás retrocede -, -domingo Deportes Lota Schwager V/s Arturo Fernández Vial en estadio Federico Schwager- y mucho comercio, era una mini ciudad como Concepción pero mucho más chica incluso más chica que el centro de Coronel pero había de todo. Llegando a ese espectacular pueblito fue que entramos a un edificio y en la parte posterior de ese edificio estaba recién la entrada oficial a la famosa Mina Schwager.

Yo me sentía extasiado nunca en mi vida había estado en una mina de carbón, pese a que mis abuelos me decían que ellos empezaron a trabajar cuando tenían mi edad a la misma mina. Ante la imponente entrada de la mina había un gran arco que la adornaba en el cual decía con letras muy grandes – Seguridad ante Todo- , unos rieles angostos como si estuviéramos ante a un típico túnel del tren y un aire enrarecido, en mi imaginación había túneles infinitos con estalactitas, frío y mucha humedad, imagine encontrarme con seres mitológicos y esos me daba un poco de miedo. Pero mi imaginación no tenía nada que ver con la realidad.

Los mineros de turno rieron entre sí al vernos y dijeron entre risas – nos traen al renuevo- mientras nos equipaban con elementos de seguridad para bajar a la mina. Ya equipados el grupo de niños bajamos con nuestro guía y tutores, entramos al túnel principal,  el cual tenía una inclinación de algo así como 45° para que se hagan una idea, bajando unas escaleras por lo menos unos 20 metros.  Hasta ahí, ya para mí era algo demasiado impresionante, después subimos todos de una sola vez a una especie de ascensor que nos llevó para  más abajo, ahí ya me entró el miedo, porque el olor de la mina era raro, pero me hice el valiente, después de eso llegamos a una galería que no se parecía en nada a lo que yo imaginaba, era un túnel bien enmaderado y con vías como de un pequeño tren en el suelo, era igual que un túnel del tren pero más pequeño, nos subimos a un pequeño tren eléctrico, con carritos con asientos de lado y sin techo y se nos dijo que no sacáramos las manos, hacia bastante calor adentro de los túneles, nada de frío como yo pensaba que haría, ahí se me vino a la mente la imagen de una montaña rusa, y estaba realmente muy asustado.

Anduvimos en ese trencito bastante lento alrededor de 20 minutos hasta que llegamos a un lugar donde había una veta de carbón y algunos mineros trabajando en ella, agachados, de rodillas, y otros con una máquinas llamadas barreteras, ellos nos saludaron animosamente con el mismo aspecto que yo acostumbraba ver a mi tío, fue en ese momento que pensé de nuevo, como lo hace mi tío para ir a la casa cuando le viene en gana y volver a su faena…

Luego de ese encuentro con los mineros y las explicaciones de cómo era su trabajo ahí, apagamos las linternas y quedamos unos treinta segundos en la oscuridad más absoluta, fue un momento extraño, mágico y tenebroso, algunas niñas lloraron por el susto que causaba ese instante, yo lo considere un momento que marco mi vida hasta el día de hoy.

Posteriormente volvimos a hacer exactamente el mismo recorrido pero de manera inversa para volver a nuestro punto de partida. No trabajamos nada y aún así fue agotador, salimos del barrio en la mañana y volvimos en la tarde cansados, sucios y felices de la experiencia que vivimos.

Yo llegué lleno de dudas, pues ese día mis papás estaban esperando que llegara para irnos a Concepción y ya no volvería a ver a mis tíos por lo menos en un par de meses.

Nuevamente tuve la oportunidad de pasar tiempo con mis tíos y viendo a mi tío   pasar por la casa con su ropa de minero su casco y su linterna y a mi tía limpiando sus pisadas de barro y las manchas que dejaba con el carbón al tocar cada cosa, como algo muy normal y repitiendo con cara de resignación a cada rato,-¡Ay! ¡Este hombre!- . ¡Ay! ¡Este hombre!-…

Y yo entre ver los monitos en la tv y pensar - ¿cómo lo hace?... ¿se podrá teletransportar?... ¿tendrá acaso súper poderes?...

Y no me atrevía a preguntarle por que mi tío era medio corto de genio y me podía aforrar un aletazo o decir que no le preguntara weas.

Él era un típico minero del carbón con la piel curtida por la faena, de torso y espalda anchos, de brazos como troncos, cara gruesa y ceño fruncido como enojado constante, piernas con músculos en los músculos y manos que al acariciar mi cabeza con una sola de estas era como sentir que me abrazaba el cráneo, así que temía hacerle la pregunta de cómo cresta hacía para ir y venir de la mina cuando le diera gana si esta no estaba ni cerca de la casa.

Paso el tiempo, pasaron los años yo ya estaba por terminar mis estudios universitarios y cuando leí en el “Diario El Sur” Que la mina de la Compañía Carbonífera Federico Schwager era cerrada de forma definitiva.

Mi tío quedó sin trabajo como así también la gran mayoría de los mineros de la ciudad de Coronel, así que sin saber otro oficio mi tío pasaba harto tiempo en la casa, viendo televisión, haciendo el jardín, o simplemente sentado en la cocina tomando café y leyendo el diario, a ver si salía algo de trabajo por ahí y yo con ese gran signo de interrogación que me quitaba el sueño, en busca de encontrar una razón lógica de cómo el venía de la mina a cada rato y volvía allá con total tranquilidad y normalidad. Me decidí a ir a ver a mis tíos a Coronel con la misión de saber el porque.  Costase lo que costase.

 Invite a mi tío a mariscar a la playa para hacer un buen patache y mientras descansábamos de la faena en la arena, me envalentone y le pregunte.

-Tío… ¿Cómo lo hacía para ir y venir de la Mina siempre como si estuviera a un paso de ella?

Y él me dice con una sonrisa burlona y una mueca de felicidad – Hace tiempo que estaba esperando que me lo preguntaras- …

Me dice que yo como vi la mina por dentro podría comprender un poco mejor como era que él hacia su “revuelta”. Y Justamente por que conocí la mina por dentro es que no lograba comprender como era que él se las arreglaba.

Me cuenta que la mina bajo tierra tenía una infinidad de redes de galerías las cuales yo solo pensaba que se encontraban bajo el lecho marino, pero él me dice que aun más, que las galerías recorrían subterráneamente toda la ciudad de Coronel, cruzando los cerros a Santa Juana, por debajo del Rio Biobio , incluso Concepción, Penco, Hualqui, Hasta por debajo de Tomé, en busca de la veta de carbón, y yo le volví a preguntar en medio de su relato ¿ Y qué tiene que ver eso con que usted apareciera en la casa como por arte de magia tío?... Y me dice – Para allá vamos-, prosigue su relato amenazando que me aforraría un palmetazo si lo volvía a interrumpir.

Me cuenta que en el patio de atrás como es común en las casas del sector de Camilo Olavarría había una puntera que sacaba agua de una napa subterránea a eso de entre 100 y 80 metros. Que la napa de un día a otro se seco, e hizo otra puntera en otra parte del patio y dejo esa botada, al tiempo después, fue a revisar el tubo de la antigua puntera para sacarlo y al destapar el caño se encuentra con que de este sale una corriente de aire, miró por el centro del cilindro y había luces que pasaban, ¡¡¡Conchesumadre!!! -Gritó sorprendido-, era una galería, así que para saber en qué punto se encontraba esta, le puso un embudo al caño y vertió un par de tarros de pintura blanca para así en su próximo turno recorrer las galerías hasta encontrar la mancha blanca de pintura.

Paso bastante tiempo hasta que por fin encontró lo que buscaba, y silentemente empezó a cavar su revuelta, en esa misma dirección  pero por un costado de la galería, con cuidado, sin llamar la atención de sus compañeros, fabricó un túnel incluso enmaderado con una especie de escalera caracol muy angosta por donde solo podía pasar él y que salía directamente al patio trasero de su casa, así nadie notaba desde el exterior que tenía su propia entrada a la mina desde donde vivía y desde el interior la tapaba con una gran roca que le servía de puerta secreta y en el patio tenía una especie de caseta donde se supone que estaban las herramientas de la casa y ahí supuestamente estaba la salida de “su revuelta”. Y para no levantar sospechas y una posible gran sanción de parte de sus jefes y gerentes de la Mina, el se iba y volvía de la faena que le correspondía por exactamente el mismo camino que recorrí yo de niño muy temprano en la mañana y llegaba después de las seis de la tarde a casa. Entonces ahí estaba la explicación lógica que me intrigo toda mi infancia.

Yo quería conocer el lugar especifico donde el tenia su entrada y salida secreta de la mina, pero me dijo -- otro día te muestro donde es y bajamos si querís- .

El tiempo pasó, yo adulto profesional y con mil responsabilidades tenía poco tiempo para visitar a mis tíos, hasta el terrible día en que me entero que mi tío ya no pudo más contra su enfermedad pulmonar consecuencia de su vida de minero y falleció.

Me quede con la sensación de que nunca me mostró su revuelta ni tampoco bajamos a la galería que pasaba supuestamente bajo su casa.

Mi tía ya con una diagnosticada demencia senil debido a una depresión y su avanzada edad, no podía hacer algunas cosas que ella hacía antes como ordenar la casa y limpiar el patio trasero, comer o auto-valerse por sí misma, así que entre mis hermanos y primos nos turnábamos para ayudarla en esos quehaceres, fue en este contexto que me tocó limpiar el patio de atrás, entre las tareas que me tocaron estaba entrar y acomodar la leña, desarmar la vieja caseta de las herramientas, sacar los cachureos y basura acumulada por años ahí, estaba en eso bastante concentrado cuando recordé lo de “La Revuelta de mi tío”.

Así que me puse en campaña de encontrar a como diera lugar esa bajada secreta de mi tío a la Mina de Carbón, di vuelta el patio buscando el agujero en la tierra, desarmé la caseta de las herramientas tabla por tabla, no había nada dentro de ella, revise cada rincón del patio incluso hice algunos hoyos y no encontré nada, ni nada que se le pareciera. Quede metido mucho más que antes de que mi tío me contara la historia de su revuelta y en mi mente pensando de nuevo ¿y como lo hacía?...

Lo único que es lógico es que aun se siente a mi tío en la cocina, hay pisadas marcadas de barro, las cosas están sucias con carbón por toda la casa y mi tía en momentos de lucidez dice sonriendo.

 – ¡Ay este hombre!-. ¡Ay este hombre!

Historia enviada por un lector.
Glosario

Revuelta: es un pequeño y estrecho túnel alternativo que se hacían los mineros para pasar entre las galerías o salir de estas en caso de algún derrumbe.
Puntera: Sistema de extracción de agua desde las napas subterráneas con una bomba   eléctrica o de pulso.
Patache: Una comida abundante de carnes o mariscos.





miércoles, 28 de agosto de 2019

TÚNELES BAJO QUILLOTA, LA CALERA Y LIMACHE.


#QUILLOTA #LACALERA #LIMACHE       

El descubrimiento de túneles subterráneos de alrededor de cuatro kilómetros de extensión en la ciudad de Limache, que conectarían a la casa de la familia Eastman con la maestranza, el fundo Urmeneta y la Ex fábrica CCU, entre otros lugares, pone en el tapete una leyenda urbana muchas veces escuchada, pero jamás comprobada en las ciudades vecinas. Son interesantes los relatos que se comentan sobre la existencia de éstos.
Ilustración: Colectivo Cultural Pelícano
A continuación comentaré una breve descripción que se hace sobre las tres ciudades y sus túneles. Corresponde partir por lo comprobado. Durante el año 2016, la región se revolucionó con la noticia de la existencia de estos corredores ocultos que atraviesan la ciudad de los tomates. Investigadores de la Universidad Adolfo Ibáñez se encargaron de revisar las características de estos pasajes subterráneos  para investigar el real uso que se les daba. Los resultados apuntaron al uso como canal de regadío, a  pesar de que no habrían alcanzado a utilizar. También se levantaron otras teorías, como por ejemplo la del uso de éstos para el traslado de trabajadores de la Hacienda de Limache e incluso otra que plantea el almacenamiento de armas en ellos.
En el caso Quillotano, las referencias de estos túneles tienen distintas variantes. Siempre el eje es el centro de la ciudad. Algunas personas  hablan sobre una extensa red de  pasadizos  que conectarían las Iglesias Santo Domingo, San Francisco de Asís, San Martín de Tours(Ex La Matriz) y San Pedro Nolasco (Ex La Merced), más la antigua capilla del Instituto Rafael Ariztía, el Colegio Nuestra Señora del Huerto, una casaquinta en la calle Simón Álamos, algunas casas en calle Merced, calle Bulnes, la Finka Andonaegi y por el otro extremo, la hoy desaparecida casa de Los Locos (donde está emplazado un supermercado en la Calle Condell). También hay gente que señala que incluso llegarían a la misma Virgen del Cerro Mayaca y de ahí a una cueva en la cara del cerro que da al río (Que sería el lugar donde vivió el Loco Eustaquio).
Un habitante de la calle 18 de septiembre, a los pies del Mayaca, afirma que, al construir una ampliación en su casa y excavar la tierra para preparar el terreno, se encontró de pronto con un derrumbe de tierra y ladrillos. Asustado por creer haber roto alguna clase de instalación de alcantarillado, decidió tapar todo con cemento. Junto con esto se perdió la posibilidad de por fin dar con los esquivos túneles.
Otras versiones de esta construcción atribuida a los jesuitas presentes en la época colonial chilena, da como ubicación la Ex escuela 2, República Argentina, hoy llamada Roberto Matta. Los túneles estarían tapados con madera y se encontrarían en lo que hoy es el gimnasio. Bajo el mural de Gabriela Mistral (desconozco si aún existe), en el escenario del salón. La aseveración tiene sentido considerando que en la proximidad se encuentra la iglesia Santo Domingo.
Respecto del uso que se les daba, las alternativas son variadas. Una de estas plantea que eran puntos de comunicación para facilitar la conexión religiosa y la posterior aparición de “milagros”; como queda de manifiesto en el libro de Silva Bijit, “Apuntes para la Historia de Quillota”, donde se plantea que se intentaba engatusaba a los fieles asistentes a las ceremonias de iglesias quillotanas trasladando las figuras de los santos y vírgenes desde una iglesia a otra, sin llamar la atención. Así, la gente le otorgaba un carácter milagroso a la aparición de estas figuras en varias iglesias con diferencia de minutos.
Hay una historia un poco más oscura en relación a ellos, que habla de religiosos de la época colonial que ocupaban el lugar como puntos de juerga y donde llevaban a cabo lo que sobre la superficie no se condecía con su papel eclesiástico. Además de ser el lugar donde escondían algunas de las tantas riquezas que tuvieron que dejar antes de la expulsión de América de los jesuitas, acaecida en 1767.
En relación a La Calera, la descripción de estos pasadizos relaciona a dos instituciones educativas de la ciudad, como lo son el Liceo San José y el Colegio Teresa Brown de Ariztía, que curiosamente están separados por la plaza Cemento Melón, que  tiene al frente, la Parroquia San José,  por lo que las referencias perfectamente podrían tener asidero. Estudiantes y  ex profesores del Liceo Industrial Oscar Corona Barahona también comentan la existencia de túneles que conectan la institución educativa con la iglesia antes nombrada. La diferencia es que el trecho entre ambos lugares es mucho mayor y por lo tanto lo vuelve en algo más improbable, aunque no imposible.
Pasará el tiempo y las historias seguirán alimentando la curiosidad, hasta que el crecimiento urbano desmitifique la existencia de túneles. Por lo pronto, a esperar y estar atentos a las referencias. Quién sabe si es usted quien hace el hallazgo.//OA

LA CUCA


#BUIN #SANJOSEDEMAIPO #CONCHALÍ

Extraños sonidos nocturnos se escuchan en las noches, principalmente en las zonas más rurales de la región Metropolitana, como Buin, Conchalí y el Cajón del Maipo. Muchas de las aves que salen al anochecer,  emiten sonidos extraños, que hacen que quien las oiga se confunda, y luego, por efecto de algún relato anterior, se asuste. 
Una de éstas es la “cuca”, que posee diversas interpretaciones dependiendo de donde se escuche.  De acuerdo a la historia oral, se habla de tres  tipos. La cuca blanca, que es vista como un ave que ayuda al desorientado, emitiendo su común sonido “¡Cuca! ¡Cuca!” y mostrando el camino para llegar al destino. Se  suele ver solamente la sombra, que es más refulgente que las demás. Ella tiene un carácter benéfico y siempre se le habla para pedir guía.
En el caso contrario, se encuentra en la cuca negra, de quien se dice que su sombra se convierte en fatal durante las noches de luna llena, pues, quien es topado por ella, al cabo de un año muere. Su grito se parece al sonido de una mula, y si éste se lanza sobre un hogar, muere en poco tiempo un morador.
En El Cajón del Maipo, un hombre volvía a su casa luego de compartir con amigos. Al ingresar, una sombra atravesó la casa justo cuando el hombre ingresó al umbral de la puerta. En ese momento se escuchó un rebuznar. Del susto, el hombre llenó de improperios al ave, que se alejó silente. Pasaron dos meses y  el hijo del hombre enfermó gravemente. Pasadas las semanas falleció. Quienes escucharon su historia atribuyeron la muerte a la Cuca y a su paso aquella noche de luna llena.
Y está la Cuca Cordillerana, que como su nombre lo dice, viene desde los cerros y aparece en los poblados precordilleranos. A diferencia de las anteriores, esta no sería un ave, sino un ser, mitad mujer, mitad vaca, que anda siempre con la cara tapada para evitar ser vista. Su principal rasgo es su alma traviesa, pues acostumbra a ingresar a las casas y sacar a los moradores mientras  éstos duermen, depositándolos en lugares apartados y totalmente perdidos, sin haberles hecho mayor daño.//OA


Imagen: https://www.unaleyendacorta.com/2018/09/la-cuca.html

LA LAGUNA INKA COYA

#CALAMA

En las cercanías de ChiuChiu hay una laguna de agua salada que tiene mucha profundidad: La Laguna Inka Coya. Algunos han llegado a decir que no tiene fondo. Alrededor de ella corre un fuerte viento que empuja a hacia la misma, por eso, quienes andan por ahí, deben hacerlo con mucho cuidado. Los relatos dicen que el viento es guiado por el diablo, quien intenta arrojar al agua a los curiosos, otros, por el espíritu de una ñusta, o princesa inca, quien busca atraerlos a la laguna para que la acompañen en su dolor.
 La leyenda cuenta que Colque-Coillur era la más bella de las ñustas del lugar. Un día, el emperador Inca Atahualpa visitó la zona y quedó prendado de la belleza de la joven. Con historias y promesas de llevársela a Cusco, la enamoró,  y fruto de esta relación nació un niño. Tiempo después Atahualpa traicionó a la mujer y la abandonó.  Ésta, por el dolor provocado, se sumergió en las aguas con su hijo y desapareció para siempre. Varios se adentraron en la laguna para buscarla, pero nadie la halló. Desde entonces éstas tomaron un color particular.
Unos jóvenes, luego de la noche de juerga calameña, decidieron terminar la fiesta al lado de la laguna. No llevaban ni diez minutos, cuando un viento fuerte comenzó a arreciar. Entre el soplido característico, un llanto comenzó a oírse. Los jóvenes, a quienes la extraña situación les espantó la borrachera de inmediato, se asustaron y salieron rápido del ahí.//OA


martes, 27 de agosto de 2019

LOS PINCHEIRA


#PINTO

A más de 60 kilómetros de Chillán, una cueva gigantesca guarda la historia de un grupo de bandidos. Pero no de cualquier grupo, sino de uno que con el paso del tiempo los medios se han encargado de convertirlo en un mito. Me refiero a Los Pincheira.
La historia dice que un grupo de hermanos llegó a conformar un ejército de más de mil personas que asolaron Chillán y sus alrededores en los inicios de la república de Chile, ya que eran pro monarquía en un naciente país que se enfrentaba al pasado realista reflejado en esta montonera. Contrario a lo que se piensa, estos bandoleros no eran ningunos amigos del pueblo ni Robin Hood, como la teleserie de antaño intentó venderlos. Por sus manos pasaron muertes por montones, destrucciones, saqueos y secuestros de mujeres, incluso algunas de estos por encargo, como consignan ciertos historiadores, mientras también se comenta, aunque sin evidencia, que habían descuartizamientos de niños y violentos crímenes, hechos que convertían al grupo en el más renombrado  por sus sanguinarios asesinatos.
Una de las leyendas que se cuentan sobre este grupo dice que el menor de los hermanos, José Antonio, cansado de las revueltas, y enamorado de una joven campesina de la localidad de Recinto, decidió escapar con ella por la madrugada cargando dos baúles llenos de monedas y alhajas de oro capturados en uno de los tantos saqueos a  las haciendas e iglesias de Chillán y San Carlos. Pero por causa de su inexperiencia,  contó a Santos, el más violento de los hermanos,  lo que pretendía hacer. Y éste, puso en aviso al líder, quien castigó al joven al destierro,  no sin antes punzarle un cuchillo en el abdomen.
Santos se dirigió al lugar donde se encontraría la joven  y al verla, la amarró a la carreta y le prendió fuego.  El episodio  fue horrible. Como la calle estaba alejada del pueblo, nadie se enteró de lo ocurrido hasta ver los restos ya calcinados del delito de Santos al día siguiente.
José Antonio, agonizando en lo único que su hermano  le permitió llevarse, su caballo, recorrió desorientado por los cerros. Y cuando ya no pudo más, se bajó y recostó al lado de una pequeña  vertiente de la que emanaba un agua tibia. Luego se durmió.
Al día siguiente se empezó a sentir mejor. Con el paso del tiempo ya no sentía dolor y notó que las vertientes tenían propiedades curativas. Decidió volver y rogar el perdón de sus hermanos. Éstos lo recibieron bien y cuando le preguntaron cómo se había salvado, les contó sobre su hallazgo.
Pasado el tiempo, y a medida que los enfrentamientos continuaban, usaron y usaron la vertiente  para mejorarse de sus heridas de batalla.Un día, producto de un terremoto que asoló la zona, ésta se secó.
Ahí comenzó la debacle del grupo. Uno a uno los hermanos fueron cayendo. Hasta que el mando recayó en José Antonio, el último con vida. Ya eran cientos los muertos en el grupo y las fuerzas se acababan.
Una noche, después de una jornada de enfrentamientos, José Antonio Pincheira pasó por el lugar donde se encontraría con su amante años atrás y tuvo una visión en la que una carreta con una silueta negra y un caballo del mismo color ardían mientras se alejaban por el camino.
Ahí entendió todo.
Al día siguiente, las tropas fueron derrotadas y el último Pincheira se entregó.  Por esos azares del destino fue indultado y pasó sus últimos días como un anciano empleado del presidente Prieto.
De la vertiente nunca se supo si volvió a emanar agua milagrosa ni tampoco su ubicación.  La cueva aún permanece intacta y se ha convertido en un atractivo turístico de la zona, donde se hacen visitas guiadas sobre la vida de los Pincheira. Mientras que los lugareños que viven en Recinto afirman que ciertas noches por la madrugada, se oye la carreta acompañada de un llanto inundado de dolor, recordatorio de la violencia  y traición de los Pincheira.//OA

1998


#PAIHUANO

Para quienes conocen el Valle del Elqui, saben que es una zona de belleza única. El contraste del valle, los cerros y un cielo que no invita a las nubes a participar, convierten a este destino en un lugar de ensueño. Corría el año 1998 y sucedió algo que pondría el nombre de Paihuano, una de las localidades que componen el valle en el tapete nacional, por un hecho que nadie esperaba ver y que su desenlace hizo aún más sospechoso todo lo que ocurrió.
Don Juan era un hombre de tez morena, con abundantes canas que desde joven lucía con orgullo. Vivía a los pies del cerro Las Mollacas, lugar que utilizaba para acarrear sus animales, que por las tardes traía de vuelta la casa. Ese día miércoles de octubre había recibido una visita muy especial. Su hijo Manuel, su orgullo, aprovechaba las manifestaciones estudiantiles que tuvieron paralizadas las clases un par de semanas para visitarlo a él y a Rosa, su esposa y mamá del retoño, que lo esperaba con la alegría y preocupación de la madre que extraña, pero que no quiere ver pasar a su hijo las carencias que ellos tuvieron que enfrentar por no estudiar.
Juan fue a buscarlo  al terminal de Vicuña en la camioneta de su hermano, y en el trayecto, Manuel lo puso al tanto de los cambios que tenía el puerto principal.  Entre troles, funiculares, playas, protestas y mujeres la conversación se hizo corta. Al llegar, la madre los esperaba en compañía de algunos familiares con un asado a la rápida, pues era día de semana y había que trabajar.
Compartieron, rieron y comieron lo suficiente, como para que el letargo los visitara. Los más viejos volvieron a sus labores y los más jóvenes se entregaron a la pereza. De los adultos, sólo su padre, decidió no volver al  trabajo. Había que sacarle el jugo a la visita del hijo, aunque fuera corta.Se quedaron descansando entre los parrones, con el cerro de fondo. Llevaban una media hora, cuando un sonido fugaz los puso en estado de alerta. De un salto, Juan, Manuel y sus primos, se levantaron de los sillones donde reposaban. Lo que vieron los dejó atónitos.
Un objeto metálico, de unos cinco metros de diámetro impactó con fuerza el cerro encima de ellos. Entre asustados y curiosos por lo que sus ojos no podían acreditar, corrieron al lugar de los hechos encontrando una imagen digna del surrealismo más profundo y que como primeros espectadores en el lugar no dieron crédito.
Del objeto, ahora destruido en tres partes, emanaba un humo azul que al sol de aquella tarde parecía algo fantástico. A pesar de eso, todo podría tener una explicación incluso lógica. Manuel le dijo al papá que a lo mejor era uno de esos globos meteorológicos que los estudiantes de facultad de al lado de la suya en Valparaíso diseñaban. Era la explicación más coherente dentro de la locura que podía significar lo que estaban viendo. Pero esta explicación se derribó cuando vieron lo impensado.
  Sobre una piedra, lo que parecía ser la mitad del cuerpo de una persona pequeña, de un color de tez grisáceo yacía sin vida. La otra mitad estaba a un par de metros del  objeto que se había desperdigado más lejos en la ladera del cerro.
Impávidos por lo que veían no reaccionaron. No supieron si pasaron cinco o diez minutos mirando lo absurdo, tiempo en que fueron sorprendidos por un cordón militar que los arrinconó, y a la mala los hizo bajar a la fuerza.
- ¡Aquí no pasó na’!- ¿Escucharon los huevoncitos? Señaló un militar de rango evidentemente más elevado que daba instrucciones a los centenares de subordinados que acordonaron el área y a puntas de armas escarmentaron a todos los vecinos y curiosos que osaron acercarse.
Callados y sorprendidos por lo que acababan de ver y por la violencia en que habían sido desalojados del lugar, bajaron a la casa, donde Rosa, la madre, los esperaba preocupada. Sólo después de varios gritos de la mujer les volvió el habla y contaron lo que habían visto, ante la mirada confundida y escéptica de la dama, que a medida que los relatos de los primos se conectaban con los de Manuel y Juan iba creyendo más lo que decían.
Esa misma tarde tomaron el té  en el parronal, cuando el segundo suceso anormal del  día enviaba otro mensaje difuso. Un sonido ensordecedor, de esos helicópteros que sólo se ven en las películas, pasaba sobre sus cabezas en dirección al lugar de los hechos. Decidieron salir a mirar, notando que a la media hora de haberse posado en Las Mollacas, partían con rumbo desconocido por entre medio de los cerros del Valle.
Al día siguiente, y con la noticia aún fresca de lo acontecido. El hermano de Juan, taxista de oficio, fue a tomar desayuno con la familia, contándoles que en uno de sus recorridos nocturnos,  lo interceptaron varios vehículos militares, quienes le cortaron la ruta para dejar pasar dos camiones  que llevaban objetos de gran tamaño que estaban cubiertos por una lona y que se perdieron por las calles del lugar.
Don Juan no sabía en ese momento que lo que él y su familia presenció, con el paso del tiempo pasó a llamarse el “Roswell chileno”, uno de los casos más intrigantes y enigmáticos de ufología en Chile.//OA


imagen: wikiCharlie.cl

GRAN BRETAÑA

 #VALPARAÍSO

-¡Vamos a mi casa! Dijo el Sergio.  Las visitas al sucucho perdido en Playa Ancha eran comunes cuando no había nada más que hacer en la Upla y el aburrimiento nos mataba. Al menos ahí podíamos descansar y jugar play para no vagar por el campus en esas ventanas eternas de horarios mal repartidos con los “genios” organizadores de nuestra carrera.
La avenida Gran Bretaña estaba llena de casas hermosas, con un pasado digno de ser contado. Muchas de  estas acostumbraban a tener en el patio trasero cuartos que habían sido acomodados para el arriendo de estudiantes como el José, mi amigo.
La madre de la señora Cleo, que le arrendaba la pieza,  vivía sola en el nido de recuerdos inglés que quedaba delante del cuarto.  Justo frente a su hogar, se levantaba imponente otra construcción, que ya había tenido sus días de gloria, y que aguantaba estoica el fuerte viento y el paso de los años, pero que denotaba el dejo propio de los lugares abandonados.
Doña Eloísa, la anciana dueña de la propiedad en que vivía el José, nos había señalado en varias oportunidades que ahí no vivía nadie, y bueno,  la verdad, nunca le prestamos demasiada atención.
Uno de esos días, pasé al sucucho del José. Al llegar, en la casona del frente, dos niños jugaban en el pequeño antejardín. “Vieja mentirosa, si vive gente ahí”- Fue lo primero que pensé.
En el sucucho ya estaba el Toby, otro de los chicos del grupo, con el anfitrión, que me recibió con un: “Weón, te demoraste caleta”. Esa tarde fue lo de siempre, cerveza y Play Station.
 En eso estábamos, cuando de pronto, se escuchó en las afueras a la señora Eloísa: -¡Se quemaaa!
Salimos raudos a ver qué sucedía, encontrándonos con la casona del frente humeando por todas partes.
¡Los niños!- dije y antes que alguien dijera algo, entré por la reja, que curiosamente estaba abierta, Traspasé la puerta principal a toda prisa y me adentré unos cuatro metros corriendo a ciegas en medio de puro humo. Idiota. Choqué con algo, lo más probable, una pared. Caí tumbado al piso con violencia. Perdí el conocimiento por unos instantes. Al recobrarlo por un lapso de segundos, sentí entre mis hombro sun par de manos pequeñas,  que me jalaban hacia afuera, con una fuerza que me parecía inexplicable, pues no soy muy flaco que digamos, hasta estar a medio metro del ingreso. Luego me borré.
Desperté en la casa de Doña Eloísa. Estaba con el José y el Toby.
¿En qué estabai pensando weón?- Dijo el Toby. La señora, que se encontraba más atrás, apenas me vio abrir los ojos, contó.  “Ahí no vivía nadie, te lo dije. Esa casa quedó deshabitada después de un incendio hace como treinta años. La remodelaron, pero nadie la quería habitar, tenía mala fama”.
Y ¿Por qué?- Yo haciendo una pregunta de la que ya sabía la respuesta, pero que, en mi escepticismo me negaba a creer.
“Porque en ese incendio murieron los dos hijitos del matrimonio. Les gustaba jugar en el antejardín, y acostumbraban a venir acá a compartir con la Cleo”.Dos semanas después, el José habló con sus papás y se cambió a un departamento. No quería seguir sintiendo los ruidos nocturnos que antes asociaba a gatos y perros.  //OA

lunes, 26 de agosto de 2019

LA MINA DE ORO DEL CERRO LA CAMPANA


#OLMUÉ

Antiguamente el cerro La Campana no tenía  la forma que hoy posee, sino que terminaba en una vistosa forma cónica, similar al cerro La Campanita, la diferencia es que en lo alto había una abundante cantidad de oro, entre otras piedras preciosas. El cómo terminó en su actual forma tiene que ver con la época de conquista española. Los brujos indígenas que habitaban el lugar, en modo de protección, tuvieron que hacer desaparecer mediante un “encanto” la parte alta para esconder las riquezas que tanto buscaban los extranjeros, y que sin duda tratarían de alcanzar si viesen al cerro como antes se mostraba.  Se dice que los indígenas de “Gulmué”, como se conocía antes a la actual ciudad de Olmué, al saber de la llegada española al territorio, crearon una magia especial en la que enviaron rayos a la cúspide, haciéndola desaparecer. Otros relatos apuntan a que esa cúspide no era tal, sino que idéntica a la actual, y lo que se hizo solamente fue cubrir las riquezas con una espesa capa de granito, de modo que si hoy, algún aventurero intenta extraer estos minerales, lo escarpado del terreno puede llevarlo al precipicio. Ese sería el motivo de la existencia de las minas cercanas en dicho cerro. //OA

LA SOMBRA DE LA PALMILLA


#LACRUZ

Una de las rutas rurales más conocidas que une a las comunas de La Calera y La Cruz, es la que recorre los pies de los cerros que cortan el valle, me refiero a la vía de La Palmilla. Ocurrió que un grupo de amigos, acostumbrados a trotar por la zona, ocupaba este camino por no ser una ruta tan transitada, generando recorridos que los llevaban de una ciudad a la otra cada tarde noche. En una de esas ocasiones, retrasaron su regreso por quedarse conversando con un conocido en La Cruz y tuvieron que volver ya de noche. Según afirman, al ir pasando frente al cementerio, una sombra cubrió toda la extensión del camino. Los jóvenes sólo atinaron correr con todas sus fuerzas. El Camino nunca se había hecho tan largo. Cuando llegaron a la zona de la Piedra del Diablo, la sombra, como algo casi mágico, desapareció, pero el miedo de los jóvenes no. Esparcida la noticia del suceso, la cantidad de deportistas que ocupaban el camino disminuyó considerablemente, porque aún existen lugareños que afirman ver emerger una sombra que cubre todo. Sólo recomiendan evitar atravesarla de noche, pues  la presencia de ésta se asocia a las almas en pena que no pueden llegar al cielo o al diablo que acompaña el camino de los desventurados.

domingo, 18 de agosto de 2019

NO RONDAR EL DESIERTO DE NOCHE


#SIERRAGORDA

Tengo un amigo, de esos entrañables, que me contó esta historia, vivida en su época de trabajo en la tierra del sol. Fue por su labor en la policía de investigaciones, que conoció en una de sus rondas a una dama mayor, de la que se decía, veía las velas y hacía predicciones. 
Al comienzo, mi amigo se declaró escéptico frente a los dichos de esta viejecita, pero fueron las conversaciones de tardes enteras en que ella le fue demostrando que en realidad su arte no era algo falso. Le habló de su familia, de sus juegos y canciones de niñez, de sus amigos, con nombre y apellidos y de cosas que sólo él sabía y que jamás había revelado a alguien.
Fue una de estas conversaciones en que la señora le dijo que volviera pronto a la casa el lunes siguiente, pues las criaturas del desierto gustan de salir a importunar el viaje de los hombres que osan recorrer la pampa en las noches. 
Llegó el día y mi amigo, que para ese lunes había olvidado los dichos de la anciana, fue enviado a investigar un caso al caserío de Baquedano, en la comuna de Sierra Gorda al interior de la Región de Antofagasta. Con su compañero en la misión partieron temprano, pero en lo inevitable, los trámites varios y búsquedas de testigos y sospechosos del caso hicieron que se retrasaran, retornando recién al ponerse el sol de aquel día de verano.
En el trayecto de regreso, se turnaron en el manejo. Primero el compañero, quien  al poco andar se cansó, pues había hecho el gasto durante el día.  - ¡Mejor conduzco yo!-  Señaló mi amigo de no muy buena gana.
La mitad del trayecto la realizó tranquilamente, burlando la monotonía con música elevada.
¡Baja la música, que me dio sueño!- Señaló poco amistoso y nada empático el compañero. Mi amigo, entendiendo que el desgaste diario lo había realizado su partner, optó por reducir el volumen en premio por lo anterior. 
La imagen del desierto de noche era espectacular. Un cielo estrellado servía de iluminación natural a las luces altas de la camioneta.
Cuando sucedió lo impensado.
Al acercarse a un cruce ferroviario, de esos que hay por montones en el norte, redujo la velocidad,  casi por inercia  hasta detenerse, con el afán ridículo de no infringir las reglas del tránsito, aunque estuvieran solos en kilómetros a la redonda y ni un alma se observara.
Apenas el vehículo se detuvo, giró su cabeza a la izquierda para ver lo obvio, cuando una sorpresa se llevó. Una figura de unos dos metros, deforme, alargada, de ojos grandes  y boca aún más amplia se mecía al costado del letrero de cruce. Un frío intenso recorrió  su cuerpo. En dos segundos, que parecieron una eternidad, ningún músculo reaccionó, observando perplejo al  extraño ser, que para terror de él lo miraba directamente a los ojos y se acercaba en un claro acecho.
Cuando el alma y el sentido regresaron, hizo lo único que se le ocurrió. Aceleró, aceleró y volvió a acelerar a fondo, provocando el despertar de su compañero, quien, extrañado y asombrado por el cambio brusco de la velocidad le preguntó qué había ocurrido. No fue sino hasta llegar a la ciudad, que pudo hablar y contar  con lujo de detalles lo que observó.  Al día siguiente, y por esas vueltas de la vida se encontró con la anciana, quien al verlo, le dijo: “Te lo advertí y no me hiciste caso”. Mi amigo, asombrado, intentó preguntarle, pero ella se le adelantó: “Si te digo que era, no lo creerías,  sólo te diré que el desierto guarda muchas sorpresas, y esa que viste anoche era una de ellas. Ojalá me hagas caso la próxima vez”. Desde esa ocasión, evitó regresos a la ciudad a oscuras. //OA

LA PIEDRA DEL DIABLO


#LACALERA

Roca vistosa y grande de que pareciera servir de mirador. Ubicada justo al costado de la vía que conecta la ciudad de La Calera y La Cruz por el costado del cerro del mismo nombre. Según comentan algunas personas, este es el lugar donde se desarrolló un pacto. En él, dos amigos apostaron que podrían ganar al mismo diablo en una competencia.
 Apenas lo nombraron, Satanás apareció, acompañado de un fuerte olor a azufre. Uno de los hombres, envalentonado por las copas de más, se dirigió al maligno y señaló que él podía saltar más lejos desde la roca. El “malulo” obviamente aceptó la apuesta. El primero en saltar fue el diablo, quien, al hacerlo, marcó sus pies como verdaderas pezuñas en la roca. Su saltó fue tan amplio, que llegó a superar la extensión del antiguo camino de tierra.   Luego vino el turno del hombre. Al intentar saltar, trastabilló y cayó estrepitosamente al camino, golpeándose la cabeza y muriendo instantáneamente. Así, el diablo obtuvo su alma. Del otro hombre nada se supo. Algunos dicen que, después del accidente de su amigo, salió corriendo despavorido relatando lo sucedido hasta la locura, no terminando jamás la apuesta, mientras, otros señalan que pudo escapar diciendo un conjuro.  Desde entonces, se comenta que, si alguien quiere hacer un pacto con el demonio, debe ir a la roca y llamarlo tres veces. Porque tienes dos oportunidades de arrepentirte antes  que aparezca. Finalmente todos sabemos que nadie le gana una apuesta al maligno.//OA





LA PIEDRA DEL BUITRE


#NOGALES

En el cerro de las antenas,  el mismo donde están emplazados los cementerios de dicha comuna y de la vecina La Calera, se encontraba una piedra. Esta era el punto desde donde el mandinga observaba a las almas que se llevaría al infierno.  Se cuenta que debido a la instalación de las antenas telefónicas en lo alto de dicho cerro, se hizo necesaria la presencia de un guardia que se encargara de vigilar el lugar para evitar que personas ajenas destruyeran o robaran los artefactos ligados a las antenas. Según información consignada en el diario la Estrella (…) ocurrieron hechos extraños a aquellos guardias que trabajaron en el lugar. Se señala que hubo tres trabajadores que no duraron más de un mes en el empleo, aduciendo diversos motivos para su deserción, que por cierto  tenía una paga muy buena para la época. Entonces, la pregunta que la gente se hacía era: -¿Por qué los cuidadores no querían trabajar ahí? A diferencia de otros empleos, este no era un trabajo que revistiera tanto peligro, más allá de los propios de un cuidador. Las dificultades estaban asociadas a lo solitario del lugar, distante de cualquier casa y  que tiene como únicos vecinos los cementerios antes nombrados. Un cuidador del Cementerio de Nogales comentaba que los guardias de las antenas decían oír voces, que tenían apariciones e incluso que habían visto al mismo diablo en lo alto. Una noche,  a otro de los guardias del lugar se le vio correr cerro abajo, gritando fuera de sí que había visto al mismo demonio. Desde entonces el misterio ronda el famoso lugar, provocando que muchas personas eviten estar en el cerro durante la noche ante el temor de ser objeto del acoso nocturno. //OA

LAS VÍCTIMAS DE QUERONQUE


#LIMACHE

La última gran tragedia ferroviaria que afectó a nuestro país ocurrió en Limache, en el año 1986, en Queronque, donde dos trenes impactaron frente a frente, en un accidente que tuvo como consecuencia una cantidad aún no precisada de fallecidos, pues carabineros de la época cifró en sesenta y tres los muertos, mientras que los rescatistas que estuvieron en el lugar indicaron que fueron en realidad más de cien los fallecidos y centenares de heridos, muchos de éstos últimos con lesiones de carácter grave.
Este hecho acabó con el prestigio que hasta entonces poseía este medio de transporte y catapultó para siempre cualquier intención de expandir o mantener esta forma de conectar Chile. Si bien ha pasado el tiempo, el lugar parece haber quedado marcado por la tragedia. Prueba de ellos son las múltiples apariciones que se destacan en la zona en que ocurrió. Por ejemplo, a la altura del puente de fierro, que cruza el estero de Limache, se aparece una monja que flota por las aguas del estero vestida con sus hábitos blancos, con manchas de sangre. Habría sido una de las personas que fallecieron en el accidente y que buscan una explicación a su abrupta partida. También a la e el callejón de Los Duraznos se aparece un fantasma de una esposa infiel junto a su hijo, quien era la esposa de uno de los fallecidos que, al enterarse de la tragedia, se volvió loca, mató a su hijo y luego se suicidó. En la Quebrada de La Vieja, se aparece una hermosa mujer, que llora amargamente. Tiene largos cabellos rubios que peina permanentemente y que cubren todo su cuerpo. Esta mujer habría fue una de las primeras personas en acudir en auxilio de los heridos y al ver el sitio del suceso fue tal el shock, que no pudo ayudar, falleciendo semanas después de inanición, por no querer alimentarse más.
En la calle larga de Los Laureles, varias personas dicen haber visto una sombra que se mueve de forma muy rápida en dirección a Queronque. Se trataría del mismo demonio, que va en busca de las almas de quienes se aprovecharon de las personas caídas en desgracia durante la tragedia, ya que en el lugar vivirían inescrupulosos que robaron cuanta joya se les vio a los fallecidos.
Por último, la gente que vive en las cercanías del lugar donde colisionaron los trenes señala que por las noches se sienten muchos ruidos, como lamentos, alaridos y sonidos frenéticos. En sus casas, la gente ve sombras y a veces personas que parecían llegar y luego desaparecen frente a la vista de los dueños de casa. //OA


Fotos: http://chile-catastrofes-tragedias.blogspot.com/2010/06/tragedia-ferroviaria-en-queronque.html

EXORCISMO QUILLOTANO


#QUILLOTA

Del lugar exacto no puedo dar fe. Algunas personas apuntan a la población Said, mientras que otros dicen que fue en la Villa Beatita Benavides. De cualquier modo lo acontecido ocurrió en la zona sur poniente de la ciudad.
Ya se escuchaba el cuchicheo entre los vecinos. Ruidos extraños por la noche, golpes a las paredes y sobre todo, gritos desgarradores, como si provinieran desde el mismo infierno rompían el silencio de las madrugadas en el sector. De cualquier forma todos lo comentaban con relativa cautela. Nadie quería confirmar ni desmentir lo que a todas luces se creía que ocurría en la vivienda de los González.
La familia González estaba compuesta por los padres, Carlos y Emiliana y sus tres hijos: Diego. Carlitos y Javiera, la menor.  Vivían en la casa hace unos diez años. Anteriormente la morada había estado ocupada por una anciana que decían “veía las velas” y que un día simplemente desapareció. Pasó otro tiempo y la casa estuvo abandonada hasta que la adquirió la familia antes mencionada.
La pieza de Javierita era la misma que ocupaba la anciana. Eso no lo sabían los padres, que la acomodaron en esta habitación porque era la más cercana a la de ellos. La Javi era “la luz de sus ojos”, la regalona, el conchito que todos querían y cuidaban.
De pronto, cosas extrañas comenzaron a ocurrir. Había mañanas en que la encontraban durmiendo en el pasillo, porque decía que “una abuelita” la echaba de la pieza. Otras, los peluches que cariñosamente su madre había ordenado en la habitación aparecían desparramados por todas partes. Incluso en un par de ocasiones Javierita amanecía con hematomas en el cuerpo. Los padres, inicialmente lo atribuyeron a los hermanos, a quienes castigaban por la brusquedad que tenían para “jugar” con su hermana y la poca “valentía” de no reconocer que la golpeaban.
Pero una noche despertaron alarmados con un estruendo que venía de la pieza de la joven. Cuando los adultos ingresaron a la habitación, el espectáculo fue espantoso. Su hija, su pequeña, los miraba  apoyada completamente sobre la pared, como si estuviera pegada al muro, sin mover un músculo, con su mirada ajena, lejana a la inocencia que acostumbraban a ver en ella. Carlos, al ver la escena, sólo atinó a sacarla de ahí, pero una fuerza sobrenatural le impedía siquiera moverle un dedo. Con la ayuda de Emiliana y Carlitos pudieron trasladarla a la cama, pero en el instante en que la dejaban. La niña gritó, con un sonido gutural, lo que aterró a todos. Así comenzarían días de profunda angustia para la familia, que noche a noche veían como la Javi gritaba, se golpeaba, rasguñaba, e incluso hablaba en lenguas extrañas, todo a vista y paciencia de la familia que no sabía qué hacer.
Los padres,  desesperados, le contaron a la abuela, madre de Emiliana, lo que ocurría, y ella, mujer anciana sabia, les dijo que acudieran de inmediato al cura de su parroquia, en la Said. El párroco de la iglesia, un poco incrédulo frente a lo que relataban los padres, les pidió que todas las noches “rezaran” diez padres nuestros a la niña y rociaran con agua bendita la ropa de la joven, las paredes y el piso.  Si la situación persistía, pidió que lo llamaran.
Los padres siguieron al pie de la letra las órdenes del sacerdote y esperaron. Las primeras noches fueron un éxito. Javiera pudo dormir tranquilamente. Pero a la segunda semana, nuevamente comenzaron los problemas. Los padres, angustiados, llegaron donde el cura explicando que su idea no había funcionado y que temían por la vida de su hija.
El cura decidió asistir a la familia una noche para verificar con sus propios ojos que lo que ocurría no era una farsa.  Dispuso en su maleta una botella de agua bendita, un escapulario y varias pequeñas cruces de madera.
Cuando llegó, a eso de las diez de la noche, el tormento ya había comenzado. La joven daba alaridos por la pieza, se maltrataba mientras gritaba en latín perfecto lo que el padre identificó como un pasaje del apocalipsis de su querida biblia, hecho que lo dejó impactado. Era imposible que una niña de diez años supiera un idioma que no más de un puñado de personas, de vasta edad conocía en Chile.
                                         
Así, activó el protocolo que por la tarde había consultado en sus empolvados libros, esos que había estudiado mientras era seminarista y que pensó jamás utilizaría. Llenó de cruces la habitación y la casa, puso a rezar padres nuestros a toda la familia y roció de agua bendita a la niña, que se retorcía con una fuerza sobrehumana, mientras era afirmada por el padre, su hermano y un par de tíos que habían asistido a ayudar. Después de batallar más de dos horas, la niña por fin se calmó.
Esta práctica, dicen los vecinos, fue llevada a cabo por más de dos meses; hasta que por fin llegó la tranquilidad. El sacerdote les había dicho que no tenía sentido irse de la casa, pues el espíritu que poseía a la niña la acompañaría donde fueran, por eso los padres decidieron pasar todo el tormento en ese hogar. Cuando ya hubo certeza de que habían vencido y Javiera se volvía a ver como la reluciente niña que era, y sus ojos ya no mostraron más la amarga tristeza en que estaba envuelta, la familia decidió vender y partir.
El sacerdote que realizó el exorcismo fue asignado a un pueblo del sur y de él nunca más se supo, mientras que la familia retornó a la capital, de donde eran originarios para perderse en el mar de gente santiaguino. Esa es la historia del exorcismo quillotano del que todos hablaban en la intimidad, pero que nadie se atrevió a comentar en público. //OA


EL CERRO DE LA VIRGEN


#HIJUELAS

Famoso cerro ubicado en la localidad de Ocoa, en Hijuelas, que acostumbra a ser un lugar donde pasan cosas, por decirlo menos, “extrañas”.  Todavía hay calles cercanas al lugar que no poseen postes de alumbrado público, por lo que aún guarda la estética y color de los cuentos de antaño. La persona que me contó este relato, señaló que su abuela, vecina de toda la vida en el sector, que vivió una serie de sucesos que a cualquiera le ponen los pies de punta. Uno de estos eran sendas ventoleras que volaban toda la ropa y hacían crujir las latas de los techos. La anciana, que poseía saberes propios de la gente de campo tenía la solución para estos hechos. Cada vez que ocurrían, realizaba un círculo de sal en la tierra y con su otra mano empuñando un cuchillo lo enterraba con fuerza en la tierra. De un momento a otro, los remolinos de viento desaparecían.
Existe una calle que bordea el cerro de La Virgen, en ella, se dice que el diablo aparece en las noches donde se escucha el tué-tué. Ocurrió que en una de estas iba de regreso a casa una familia caminando por dicho camino, cuando entonces el padre le señala a su mujer e hija que apuren el paso y que no miren atrás. El frío se hacía sentir con más fuerza.  De pronto, sintió un hálito helado en su nuca, atinó a cerrar los ojos y caminar más rápido. Al día siguiente nadie en la casa comentó lo sucedido, ni en el futuro, pues, como se dice en el campo, lo que pasa en la noche no se debe hablar, y en lo posible, no volver a pasar.//OA