#CHUQUICAMATA #CALAMA
Era como tener una doble vida, pero no se trataba de
infidelidad, sino de los viajes propios de los turnos rotativos siete por
siete, que lo hacían estar alejado una semana entera de quien lo había escogido
como su pareja, y luego, siete días de vida en pareja.
A veces pensaba que la estorbaba. Mal que mal, cuando
llegaba, acababa con la rutina que tenía la mujer en su ausencia. Sabía que
tarde o temprano, eso perjudicaría la relación.
Se imaginaba de viejo, todavía subiendo al avión que lo alejaba de su
esposa e hijos, como siempre había sido, en un viaje interminable. Pero lo que
vivió, lo hizo cambiar completamente el rumbo de su existencia.
Manuel era un hombre de cuarenta y tantos, que reflejaba en
sus ojos la dureza de la vida. Cerrado a cualquier creencia que no fuera la
católica, la religión le había explicado todo lo que necesitaba saber. Como
comprenderán, era un escéptico de tomo y lomo, y cuando en la sobremesa se
empezaba a hablar de ovnis y sucesos paranormales, era el primero en
levantarse: "No estoy para escuchar huevadas"- decía molesto, No
importando si era en la pega o en la casa.
Su trabajo en la minera era bien simple: mover la tierra, lo
que hacía con gran facilidad maniobrando su maquinita: Un bulldozer recién
llegado a la faena que se utilizaba día y noche.
Como estaban atrasados en el laburo, la creación de un
camino, habían dividido la carga horaria en tres tandas, mañana, tarde y noche,
siendo este último turno el menos apetecible por los mineros, que muchas veces
se molestaban cuando les tocaba el maldito horario.
Manuel no era de ellos. A él no le disgustaba mucho, pues en
el descanso sólo se dedicaba a pensar en el tiempo que perdía lejos de su
familia, ausentándose de los logros de sus hijos, y prontamente de sus nietos,
que no tardarían en nacer, imaginaba.
Por eso aquella noche llegó antes que todos a su lugar de
trabajo.
El camino que construían se hacía en el costado de una
ladera de tierra amontonada hace meses, en gran parte, por el mismo, y
serpenteaba hasta perderse detrás de la loma.
Eran las tres y cuarto de la madrugada y su trabajo pasaba
sin sobresaltos. La noche estaba más oscura que de costumbre, pues la luna
brillaba por su ausencia y sólo los focos de las máquinas funcionando permitían
ver a cierta distancia.
Mientras intentaba doblar el vehículo, su vista se posó
sobre algo muy extraño que caminaba a unos metros del camino. Se estremeció, incrédulo
frente a lo que observó.
Un hombrecillo, de no más de un metro de altura volteó a
mirar las luces que lo encandilaban, dejando ver su rostro: Ojos grandes y
rojos, acompañados de una prominente nariz,
un aspecto desaseado y molesto y lo que más llamó la atención del
faenero: en el lugar donde debían ir sus manos,
unas enormes uñas, que más parecían garras amenazantes frente al
peligro. Sin alcanzar a reaccionar, el extraño ser se abalanzó sobre Manuel,
que no atinó siquiera a pestañear, sólo el (bendito) parabrisas reforzado del
bulldozer evitó la tragedia. Los diez segundos que duró el ataque parecieron
una eternidad. El conductor incluso llegó a pensar que el vidrio no resistiría
la implacable fuerza del ser, que de un gran brinco sorteó los cinco metros de
distancia que lo separaban de la máquina, arañándola con sus garras a escasos
centímetros del impactado Manuel.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAf8ujzhNsxb7148bx04QWqErYXamRNx3kzpJN9t9wsJqwrl8RIujFNF-uYR9djutRbbBEv0WHd-X_okd5N62YqjgNUcv93qhoPlpCcSoYGfL22imauvsGQpNRWYZN5dYMM-sq8ytu_pUo/s320/file_20150609174407.jpg) |
Así quedó el Bulldozer tras las marcas de arañazos. |
Al ver acercarse otra de las máquinas, el hombrecillo dio
otro gran salto, alejándose a gran velocidad y desapareciendo tras la loma.
El conductor, en shock por lo vivido, bajó de la máquina
tras notar que ya había pasado lo peor, instante en que una máquina niveladora
casi lo alcanza, en lo que pudo ser una tragedia.
Después de contar lo sucedido y aún estremecido por el fin
rotundo de su escepticismo, la faena se suspendió hasta el día siguiente, al no
haber obreros que quisieran seguir trabajando por el temor de lo que habían
oído de boca de Manuel. Este último, fue llevado a Calama, y separado de sus
labores. Al día siguiente renunció.
Aún hoy son recurrentes las historias de las apariciones del
norte. Por eso, por sus caminos hay que andar con cuidado. //OA
Fuente:
https://www.soychile.cl/Calama/Economia-y-Negocios/2015/06/09/327408/Trabajador-de-Chuqui-denuncio-que-fue-atacado-anoche-por-un-extrano-animal.aspx